Gerencia avanzada: del poder del sistema al poder de los actores sociales


Desde hace más de cien años, el pensamiento gerencial clásico ha estado sustentado en patrones normativos conducentes a minimizar riesgos, evitar la incertidumbre y aumentar la rentabilidad, pero la dinámica social contemporánea muestra un conjunto de rasgos que cuestionan la vigencia de tales principios, hasta el punto que la humanización de las organizaciones ha sido considerada como el principal desafío de la gerencia y una de las grandes expresiones de responsabilidad social.

Entre otros factores, la humanización de la gerencia implica la necesidad de desprenderse del poder adjudicado a la racionalidad sistémica, para así otorgarles mayor poder discursivo a los actores sociales. Esto demanda una nueva identidad empresarial con alta expresividad ética, la cual se materializa en tres dimensiones: 1) un mayor equilibrio entre responsabilidades económicas y sociales; 2) nuevos espacios de libertad entre las personas que integran la organización; y 3) un estilo de toma de decisiones sustentado en el diálogo y la conexión emocional entre los sujetos llamados a decidir. 

Estos tres factores representan los nuevos desafíos organizacionales para asegurar el rol social de la empresa más allá del meramente económico; y en todos ellos, un cambio se revela como imprescindible: el cambio hacia nuevas relaciones de poder sustentadas en la comunicación, la confianza y la interdependencia; elementos íntimamente relacionados con la consolidación de conocimientos y saberes que cada organización es capaz de generar.

Partiendo de la premisa de que en la gerencia avanzada todos los actores organizacionales son personas racionales, emocionales y sociales que se comunican para alcanzar acuerdos genuinos, resulta lógico argumentar que el verdadero poder en las organizaciones lo ostenta la persona capaz de crear y consolidar nuevas relaciones de valor sustentadas en las conexiones emocionales, mas no aquella amparada por la autoridad que deviene simplemente de su posición en la estructura jerárquica, y mucho menos por la derivada de su posición económica o social.

Este simple viraje en el concepto del poder organizacional, acarrea cinco principios para las organizaciones que quieran tener éxito en la Sociedad del Conocimiento: (para ahondar en estos principios, léase a Ramírez, Mario (2011) “Neuropoder: Aproximación onto-epistémica de la gerencia avanzada”)

Primer principio: El poder se ejerce en las organizaciones para producir acciones  favorables, tanto en los actores estratégicos como en el contexto  social y ecológico.
Segundo principio: El ejercicio del poder organizacional debe ser producto de la aceptación de colaboradores libres (y responsables)
Tercer principio: El poder es producto del conocimiento; por lo tanto, al igual que éste, debe estar diseminado por toda la organización. 
Cuarto principio: El ejercicio del poder organizacional se produce en ambientes de conflicto, pero coherentes con las políticas, normas y conductas que se pregonan.
Quinto principio: El ejercicio del poder organizacional requiere gerentes dispuestos al diálogo, a la negociación y fieles a los acuerdos alcanzados.

En fin, las nuevas realidades económicas, sociales, políticas, tecnológicas y de mercado, no pueden estar al margen de los actores sociales que integran las organizaciones. Por ello, una de las principales características de la gerencia avanzada es el denotado esfuerzo para legitimar sentimientos, actitudes, conocimientos y saberes, de modo tal que pueda crearse una cultura organizacional sustentada en los irrevocables valores de respeto a la condición humana, responsabilidad e interdependencia.

De este modo, la gerencia avanzada, caracterizada por una filosofía de gestión amparada en su alto contenido humano, va transfiriendo el poder a cada uno de los actores sociales para que de forma responsable y voluntaria, asuman los grandes retos que depara el futuro; retos que sin abandonar la prudencia impactarán favorablemente en las posibilidades reales de innovación y en la aproximación a un verdadero y genuino desarrollo social.